jueves, enero 26

Algunas personas son especialmente buenas transmitiendo optimismo y alegría. Estos son sus rasgos.



Hay personas a las que se les nota su capacidad para contagiar buen humor y motivación. Muchas veces atraen la atención de los demás (sin pretenderlo) simplemente por cómo se mueven y cómo hablan, y otras, desde un papel discreto, hacen que el ambiente se llene de optimismo y humor.
Detectar a estas personas que transmiten energía positiva puede llegar a ser complicado, ya que muchas veces son confundidas con gente con carisma en general. Esta última categoría es mucho más amplia que la primera, e incluye incluso a los narcisistas y a las personas con un alto nivel de psicopatía, las cuales utilizan su encanto personal para manipular. Sin embargo, hay ciertos detalles que nos ayudan a discernir unos casos del resto.
¿Cómo son las personas que transmiten energía positiva?
A continuación, repasaremos aquellas características psicológicas e as personas que transmiten energía positiva.
1. No están constantemente alegres a solas
Cuando hablamos de "energía positiva" en este contexto estamos utilizando una metáfora: no existen pruebas de que existan las auras personales ni los "campos de energía" que rodean a las personas dependiendo de sus características mentales. Es, simplemente, una manera de hablar sobre el efecto que las interacciones con ciertas personas tienen en los integrantes de un grupo o de un círculo social.
Por consiguiente, las personas con energía positiva lo son fundamentalmente en la interacción con las demás, no cuando están solas. Eso significa que en una situación en la que estén aisladas puede que su comportamiento no sea significativamente diferente al del resto, y que no tiene por qué destacar; se trata de personas tan humanas como las demás, y al igual que el resto experimentan tristeza, melancolía, etc.
2. Sonríen con gran facilidad
Aunque parezca extraño, mucha gente evita sonreír, yua sea porque piensan que su sonrisa no es agradable o por una simple cuestión de imagen personal que está muy interiorizada.
Las personas que transmiten energía positiva carecen de esta clase de inhibiciones, y ese simple hecho hace que su buen humor se contagie mucho más. De hecho, con las sonrisas ocurre algo similar a lo que pasa con los bostezos, y a no ser que aparezca en un contexto en el que exprese felicidad vengativa o burla, es muy probable que ver una haga que automáticamente la imitemos gracias al efecto camaleón.
3. Son honestas
Si se le da tanto valor al buen humor de las personas que transmiten energía positiva es porque todo el mundo sabe que su felicidad es genuina. Es decir, que los momentos de alegría que proporcionan están muy cotizados, porque en el momento en el que aparecen ya se sabe que son verdaderos, y no una simple artimaña para caer bien.
Eso significa que estas personas no modifican su encanto y su manera de expresar alegría dependiendo de con quién estén tratando y, si lo hacen, será para fingir seriedad, no lo contrario.
4. Disfrutan compartiendo su buen humor
Si alguien ve cómo sonríen, no disimularán su expresión con una mueca. Si algo las hace felices, transmiten la buena noticia a los demás, sin guardársela. Valoran la posibilidad de hacer que su s círculos sociales se sientan mejor.
5. Evitan el estancamiento
Esto no significa que estén constantemente embarcándose en nuevos proyectos impresionantes, sino que no experimentan la vida como algo que todo el rato permanece igual, lo cual puede llevar al estancamiento emocional. Disfrutan de los procesos de evolución personal y no se quedan ancladas en los recuerdos acerca del pasado o de hipotéticos tiempos mejores.
Este optimismo vital es parte de esa energía positiva que se encargan de transmitir a todos los demás.
6. Ponen énfasis en el lado bueno de las cosas
Las personas que contagian energía positiva saben que el modo en el que se vive la vida depende en buena parte de en qué clase de aspectos decidimos centrar nuestra atención.
Por eso, de manera espontánea quitan relevancia a los acontecimientos que pueden ser interpretados fácilmente como accidentes desafortunados o desgracias, y construyen interpretaciones alternativas a estas vivencias que resultan más esperanzadoras o incluso humorísticas.
7. Expresan afecto
Son personas que no sienten vergüenza al expresar afecto y amor no solo mediante las palabras, sino también a través de las acciones y, especialmente, mediante el contacto físico (aunque el grado en el que lo hacen depende de la cultura en la que vivan).
8. Se preocupan por los demás
Una parte de la empatía que muestran estas personas consiste en interesarse de manera genuina por la vida de los demás, lo cual implica que se preocupan por sus aciertos y fracasos y en muchas ocasiones tratarán de ofrecer ayuda desinteresada simplemente para ver cómo el prójimo se empieza a sentir mejor.
9. No prejuzgan
Las personas que contagian energía positiva lo hacen por defecto con todo el mundo, asumiendo que todos merecen sentirse alegres hasta que no se demuestre lo contrario. Por eso expresarán su alegría incluso ante desconocidos, a los que tratan de manera cómplice.

Fuente: https://psicologiaymente.net/personalidad/personas-transmiten-energia-positiva-rasgos

Los 12 hábitos típicos de las personas resilientes ¿Cómo son las personas con una resiliencia superior?



Es común pensar que la resiliencia es algo parecido a una capacidad innata, una facultad que nace de manera espontánea en algunas personas que tienen que afrontar situaciones adversas.
Sin embargo, la resiliencia no es un rasgo de la persona que nazca con ella, ni forma parte del temperamento típico de esta. Se trata de un proceso en el que el individuo entra en una dinámica de interacciones con los demás y con el entorno de manera que es capaz de superar las adversidades.
Dicho de otra forma: la resiliencia psicológica no se tiene, sino que es algo que se desarrolla y se aprende a mantener.
Es por eso que uno de los pilares de la resiliencia se encuentra directamente en los hábitos de la persona que logra desarrollarla. Estos hábitos característicos de las personas entrenadas en la resiliencia pueden ser tan variados y flexibles como maneras hay de vivir la vida, pero a grandes rasgos se pueden nombrar diez que son aplicables a la mayoría de los casos.
Las personas entrenadas en resiliencia...
¿Qué cosas tienen en común este tipo de personas?
1. Toman medidas para mejorar su autoestima
Son capaces de reconocer que las acciones que hagan hoy cambiarán la manera de percibirse a sí mismas el día de mañana. Por eso, orientan parte de sus acciones hacia la mejora de la autoestima y la autoconfianza, y lo hacen de manera más o menos consciente, para asegurarse la eficacia de estas medidas y ser constantes en esta tarea.
2. Se sumergen en tareas creativas
La creatividad es una de las formas de hacer que todo es nuestros pensamientos se enfoquen hacia la resolución de un reto novedoso. La percepción de estar creando algo original hace que este hábito sea altamente estimulante, y la sensación de haber terminado una pieza de trabajo que es única en el mundo es altamente placentera. Las personas resilientes lo saben y por eso les gusta alternar las costumbres del día a día con un poco de novedad y exigencia a sí mismas.
3. Mantienen una actitud estoica cuando conviene...
Las personas capaces de desarrollar una buena resiliencia son capaces de detectar aquellas situaciones en las que es prácticamente imposible hacer que el contexto cambie a corto o a medio plazo. Esto posibilita que no se planteen ilusiones vanas y que sus esfuerzos para adaptarse a lo que les pasa se centren en gestionar su manera de experimentar lo que ocurre en esta nueva situación.
4. ¡Pero no dejan de buscar metas!
Aceptar situaciones que en un principio parecen abrumadoramente malas, como una ruptura tras un largo noviazgo o el brote de una enfermedad, no significa que a partir de ese momento todos los aspectos de la vida de esa persona giren en torno a ese contexto percibido como negativo. Las personas resilientes muestran propensión a sacarle partido a la atención selectiva: en vez de estar todo el día pensando en las cosas malas que les ocurren, se centran en los objetivos a desarrollar. A fin de cuentas, fijarse metas con un significado personal, por muy insignificantes o trascendentales que sean estos objetivos, es lo que nos permite gestionar bien nuestros hábitos y tomar las riendas de nuestros actos. La resiliencia consiste, en parte, en orientarse hacia el horizonte de lo posible.
5. Se rodean de personas con actitud positiva
Las personas resilientes lo son, entre otras cosas, porque han pasado por alguna situación dura que les ha movido a entrenarse en su propia gestión emocional. Eso significa que asumen la existencia de una fuente ansiógena que puede generarles tensión, y lejos de pretender ignorarla o intentar suprimir su recuerdo (algo prácticamente imposible), simplemente, dirigen la atención hacia otro lado. Por ejemplo, hacia personas de actitud positiva. Envolverse en una comunidad receptiva y que apoya a sus miembros es una buena manera de facilitar la gestión de las emociones. Hacer que haya un flujo el optimismo y ansias de superación personal que vaya desde el entorno hacia uno mismo hace que todo resulte más fácil.
6. ¡Pero también con todo tipo de seres humanos!
Vivir la vida con normalidad incluye no estar limitado por una burbuja de amistades y conocidos que cumplan unas características muy determinadas. Por eso, alguien con un buen dominio de las estrategias de afrontamiento no tendrá mayor problema en interactuar con todo tipo de gente de vez en cuando.
7. Están todo el día haciendo cosas
¡Mientras cuando toca dormir, claro! Mantener una actitud activa las ayuda a centrarse y llegar a los objetivos deseados, lo cual a la vez repercute positivamente sobre su propia autoestima y la autoconfianza.
8. Practican deporte y/o algún tipo de meditación
La meditación parece tener múltiples beneficios, entre los que se encuentran la facilitación de aparición de pensamientos positivos y la reducción del estrés, tal y como queda explicado en este artículo. El deporte, por su parte, también sirve para relajarse y ganar en autoconfianza. Ambos hábitos, además, no dejan de ser rutinas muy sólidas para el día a día o, dicho de otro modo, pequeñas metas cotidianas.
9. Usan el humor para empoderarse
El humor es un valiosísimo recurso para quitarle importancia a las cosas a la vez que se obtiene una sonrisa a cambio. Hacer bromas sobre algo relacionado con los problemas personales es perfectamente saludable, teniendo en cuenta que se aborda el tema obteniendo una respuesta emocional que es agradable y nos libra del peso del estrés. Eso sí, en tanto que estrategia de resiliencia deberían ser bromas espontáneas y genuinamente graciosas. Auto-imponerse la tarea de hacer humor puede ser un mecanismo de defensa si sólo se tratan las bromas como una máscara.
10. Reservan momentos para pensar acerca de lo que pueden hacer a largo plazo
Enfrentarse a las adversidades significa mirar más allá del estrés o la tristeza que puede experimentarse de vez en cuando. Por eso, alguien que haya conseguido entrar en una dinámica de resiliencia planifica sus objetivos y hace que algunos de estos queden proyectados hacia el largo plazo. Esto ayuda a mantener los pensamientos fijos en aquellas cosas que pueden ser cambiadas a mejor y, además, el hecho de poder cambiar materialmente el contexto hace que sea más fácil plantar cara a las situaciones negativas.
11. Invitan a los demás a participar en sus proyectos
Las personas resilientes transforman en hábito el hecho de animar a los demás a participar en sus proyectos, sean estos simples y a corto plazo o ambiciosos y basados en un objetivo que se tardará en alcanzar. El sentido de esto es contagiar la actitud positiva a los demás y, al mismo tiempo, hacer que esta actitud positiva vuelva a uno mismo a través de la satisfacción de los otros, como un eco. Además, los proyectos que involucran a muchas personas a menudo son más absorbentes y estimulantes que los que se realizan en solitario, ya que las expectativas que los demás ponen en nosotros nos animan a continuar.
12. Se empapan de cultura
Para desarrollar resiliencia no hay nada como explorar formas de pensamiento y dea acción alternativas. Y, para conseguir esto, vivir la cultura es fundamental; de este modo se descubren pensadores, autores y artistas que nos descubren su mundo mental y nos enseñan que la vida puede ser experimentada de muchas más formas de las que creímos en un principio. A fin de cuentas, a medida que crecen las opciones de pensamiento entre las que se puede elegir, crece también nuestra libertad y nuestra capacidad para experimentar las cosas de manera satisfactoria. En este sentido, las personas resilientes siempre se rodean de formas de expresión cultural estimulantes.

Fuente: https://psicologiaymente.net/personalidad/habitos-personas-resilientes