viernes, junio 15

Viaje al Interior del Cuerpo Humano


Extraordinario documental

¿Por qué soñamos?


La explicación científica sobre el "misterioso" mundo de los sueños.

¿Cómo es el cerebro adolescente?


Desarrollo cerebral durante la adolescencia, y cómo la inmadurez de la corteza prefrontal, unida a la hiperexcitación del sistema cerebral de recompensa, lleva a chicos y chicas a implicarse en muchos comportamientos de riesgo. Las razones de esa excitación extrema están relacionadas con los cambios hormonales puberales y la mayor sensibilidad cerebral a la dopamina, un neurotransmisor responsable de las sensaciones placenteras, que hace que las recompensas tengan un enorme poder de atracción para chicos y chicas. Esta sensibilidad contribuye a explicar lo rápido que aprenden los jóvenes y su gran receptividad a la recompensa, pero también sus reacciones emocionales extremas ante la derrota y el fracaso.

Pues bien, resulta que el cerebro adolescente también muestra una gran sensibilidad ante la oxitocina, otra hormona y neurotransmisor que es responsable de la formación de vínculos y que hace que las relaciones sociales sean más gratificantes. Es bien conocida la preferencia que los adolescentes tienen por mantener relaciones con sus coetáneos, lo que resulta más novedoso es el papel que la sensibilidad a la oxitocina desempeña en esta atracción. Chicos y chicas disfrutan a lo grande cuando están con sus amigos y amigas, y prefieren estas relaciones a otras con sujetos de diferente edad. De alguna manera, está pasión por los compañeros de la misma edad es la expresión en el ámbito social de la atracción que los jóvenes sienten por la novedad, puesto que sus coetáneos les resultan más novedosos que el conocido ambiente familiar.

Durante estos años se vivirán con gran dolor las situaciones de aislamiento o rechazo por parte del grupo. De hecho, algunos estudios con resonancias magnéticas han revelado que la respuesta del cerebro ante la exclusión del grupo de iguales es similar a la que se observa en situaciones de amenaza o de falta de alimento. Ello explica el tremendo sufrimiento que experimenta un chico que ha sido traicionado por sus amigos o que no ha sido invitado a una fiesta. En una entrada anterior me he referido a los resultados de un estudio en el que hemos encontrado que la baja vinculación con el grupo de iguales es uno de los factores relacionados con los trastornos emocionales en chicos y chicas adolescentes.

Finalmente, hay que resaltar un último detalle que no está exento de importancia: se trata de las estrechas relaciones existentes entre el sistema cerebral de placer-recompensa y el socio-emocional. Ello justifica que se produzca una sinergia entre ambos sistemas, sobrexcitables e hipersensibilizados durante la adolescencia, y que chicos y chicas muestren un comportamiento especialmente arriesgado cuando están con el grupo. Resulta evidente que hacen muchas más tonterias y arriesgan bastante más si están con sus amigos que si están solos.



A primera vista podría parecer que esta enorme atracción que los jóvenes sienten hacia la novedad, las emociones fuertes y la relación con los iguales responde a un diseño defectuoso que les coloca en una situación de mucho riesgo. Sin embargo, cuando miramos las cosas con más detenimiento vemos que estas características que definen nuestra adolescencia nos hace más adaptativos como individuos y como especie, ya que nos impulsan a asumir algunas experiencias enriquecedoras, y a conocer gente para ampliar nuestro grupo de conocidos, lo que incide positivamente sobre nuestra salud y satisfacción. Sin olvidar que nuestra existencia va a transcurrir durante la adultez entre individuos de nuestra misma edad, por lo que en el grupo iremos adquiriendo competencias que nos serán más útiles que las aprendidas en el contexto familiar.

´Una depresión desatendida puede conducir al suicidio o causar otras enfermedades´

Las depresiones se disparan en tiempos de crisis, ¿es esto un síntoma del materialismo y el consumismo que padece nuestra sociedad?


—Todo lo socioeconómico afecta en estos procesos. Por ejemplo, una persona en paro tiene un 49% más de probabilidades de caer en una depresión que una que no lo está. Al menos un tercio del riesgo de padecer una depresión está motivado por factores socioeconómicos.


—¿Hay estudios realizados en crisis anteriores que corroboren estas apreciaciones?


—Hay poca cosa, casi todos los estudios se han centrado en los trastornos emocionales que padecen los desempleados. Pero algo se ha hecho en la crisis asiática y en la de los países nórdicos, cuando se constató que aumentaba la prevalencia de los trastornos mentales y la de los suicidios.


—Pero, insisto, ¿no aumentan las depresiones como consecuencia de una pérdida de poder adquisitivo o de nivel social?.


—Bueno, quizá tenga algo que ver los momentos de abundancia que hemos tenido antes de esta crisis y sentimos que nos falta algo material, pero depresiones ha habido siempre y no creo que se deba atribuir el aumento de estos trastornos a lo material. En realidad, no hemos estudiado cómo afecta la pérdida de poder adquisitivo o de nivel social en las depresiones. También hay que hacer un ejercicio de autocrítica, ya que quizá hemos educado a nuestros hijos con poca tolerancia a la frustración.


—Entonces, ¿a qué es debido el incremento de estos trastornos?


—Están más ligados a la auténtica falta de recursos, a la imposibilidad de satisfacer las necesidades más básicas como puede ser el pago de la hipoteca de tu casa.


—Pero sí está demostrado que la depresión encuentra un campo abonado en una persona en situación de desempleo...


—Sí, un parado se encuentra en mayor riesgo de padecer depresión y ansiedad.


—¿Es cierto que la salud en términos generales mejora en tiempos de crisis?


—Sí, mejora en los países industrializados donde, a corto plazo, baja el número de muertes y de enfermedades, la mortalidad y la morbilidad.


—¿Por qué?


—Por varios factores. Generalmente, en tiempos de crisis y de menor actividad laboral, dispones de más tiempo libre para pasear, hacer ejercicio y, en definitiva, para cuidarte. También disminuye la productividad, lo que contribuye también a que las personas tengan menos estrés. También se dan menos accidentes de tráfico porque la gente usa menos el coche como medida de ahorro. Los flujos migratorios disminuyen y, con ellos, la propagación de enfermedades que los inmigrantes traen con ellos.


—¿Y qué pasa entonces en los países en desarrollo?


—Tienen muchos menos recursos sanitarios y, en tiempos de crisis, dan prioridad a otras cosas, eliminan el gasto en salud.


—También aumentan los casos de pacientes que refieren ansiedad. ¿Cómo se manifiesta esta ansiedad?


—Padeces un episodio de ansiedad cuando ésta adquiere un componente patológico y empieza a interferir en tu vida social, laboral o familiar. Cuando aumentan las discusiones con la familia y cuando te das cuenta de que esta conflictividad también aparece en tu actividad laboral y en tu vida social. Por ejemplo, te pone nervioso ver a tus amigos.


—¿Qué provoca esta ansiedad?


—Tiene un componente biológico importante, como en la depresión, trastorno con el que casi siempre va asociado. La ansiedad no es otra cosa que una forma errónea de interpretar o valorar aquellas situaciones que te son adversas o estresantes.


—Déme algunos consejos útiles para evitar la ansiedad.


—En primer lugar, no hay que provocarse un alarmismo innecesario, no catastrofizar todos los reveses que sufras. Hay que intentar prever las cosas malas en términos de probabilidades. Por ejemplo, si tienes miedo a volar, a la hora de coger un avión has de pensar que sólo se accidentan uno de cada diez mil aviones, que la probabilidad de que tu vuelo se estrelle es ínfima. O sea, hay que ser consciente de que la probabilidad de que nos ocurra una cosa mala es muy hipótetica. Y esto es algo en lo que los medios de comunicación ayudan poco, porque siempre resaltan lo negativo y lo extraordinario. Pero el consejo más útil y válido sería el de que hay que afrontar las cosas, no huir de ellas. Con esta actitud, la ansiedad va disminuyendo poco a poco.


—¿Aumentan los problemas sentimentales con las crisis?.


—Está demostrado que las crisis provocan disfunciones en las dinámicas familiares.


—¿Qué le aconsejaría a una pareja que ve que su relación se deteriora a consecuencia de esta recesión?


—Que se sitúe en un futuro próximo más halagüeño y que relativice mucho los problemas que puedan tener.


—¿Una ruptura sentimental puede degenerar en una depresión?


—La separación de tu pareja es uno de los acontecimientos vitales adversos que implican más riesgo de provocar un trastorno afectivo. Sólo es superada por la muerte de un cónyuge o de un familiar al que estás muy unido y, en épocas de crisis, por la pérdida de tu empleo.


—¿Qué consejo le daría a una persona que no se encuentra bien en su puesto de trabajo, acaban de anunciarle que ha muerto su madre y su novia decide dejarle?


—Ufff, yo diría que esa persona se encuentra en una situación de riesgo muy elevado de padecer un trastorno emocional y lo más recomendable sería que acudiera a un especialista. Pero todo dependen de cada individuo. Hay personas que sobrellevan estas situaciones límites perfectamente.


—Malestar en el trabajo y vacío familiar y emocional, ¿a qué se puede agarrar?


—A un futuro un poco mejor que la realidad que tiene hoy en día. Debe intentar afrontar la vida con optimismo. Aquí cabe el famoso proverbio indio que decía: ´Señor, dame serenidad para afrontar las cosas que no puedo cambiar, coraje para cambiar lo que pueda y sabiduría para conocer la diferencia´. Esta es la actitud que hay que tener en la vida.


—También han constatado en su estudio que los pacientes que admiten tener problemas de alcoholismo se han cuatriplicado con la crisis. ¿Por qué?


—El alcoholismo está asociado a una mayor disponibilidad de tiempo libre. A esto y a una vulnerabilidad genética tanto a la depresión como al abuso del alcohol.


—¿Se puede calificar a la depresión como una enfermedad propia de las mujeres?


—No, pero sí es cierto que es mucho más frecuente entre las mujeres. Por cada hombre con depresión hay dos o tres mujeres con trastornos de este tipo.


—¿Cuál es la explicación?.


—Por motivos biológicos y hormonales y factores psicosociales: buscan en mayor medida que los hombres soluciones a sus problemas psicológicos. Y también hay que mencionar los estereotipos de que las mujeres son más afectivas, más sensibles, más reflexivas...


—Además, todavía está mal visto que un hombre esté de baja por depresión...


—Sí, es una enfermedad que está estigmatizada entre los hombres.


—¿Qué hay que hacer para sortear una depresión profunda?


—Si realmente es grave, es inexcusable seguir un tratamiento farmacológico así como sesiones de psicoterapia. El depresivo ha de exponerse a la luz solar, no quedarse encerrado en su casa. Seguir medidas de higiene con el sueño, esto es, dormir las horas necesarias, acostarse todos los días a la misma hora, etcétera. También es muy importante seguir una buena alimentación. La dieta mediterránea es perfecta porque es frugal. Los depresivos son propensos a comer mal y a dormir peor.


—¿Qué tiempo puede tardarse en salir de una depresión?


—Esto depende de cada persona, pero por norma general son procesos largos. Hay que tener en cuenta que la medicación sólo comienza a hacer su efecto a las tres o cuatro semanas de iniciarse el tratamiento. Como media, se podría hablar de que una depresión puede tardar en curarse entre dos y tres meses.


—Cada vez que comparece un político, lo hace para anunciar más recortes que los medios de comunicación publicitan hasta la saciedad. ¿De qué manera influye este bombardeo en el aumento de las depresiones?


—Este alarmismo de los medios no augura nada bueno.


—¿No se debería insuflar algo de optimismo a la sociedad de vez en cuando?


—Será difícil porque, ¿no decís vosotros que las buenas noticias no venden? Pero sí que se deberían enfocar los temas de manera más positiva. Hoy en día se abusa de publicar noticias con proyecciones muy negativas que, si no se cumplen, no pasa nada, nadie se responsabiliza de esa información errónea y alarmista. Sería muy beneficioso no dramatizar las cosas más de lo que son en realidad.


—Si esta crisis se alarga en el tiempo, ¿pueden convertirse los trastornos emocionales en un problema de salud pública?


—El ser humano se adapta bastante bien a las condiciones adversas. Así, está demostrado que la persona que lleva un año en el paro está más depresivo que el que lleva dos años en situación de desempleo. Sin embargo, con el alcoholismo pasa lo contrario. Se agrava con el tiempo.


—¿No opina que se deberían reforzar los servicios médicos que tratan estos trastornos emocionales?


—Lo que no hay que hacer de ninguna manera es recortar la Atención Primaria. Si no se trata, el pronóstico de la depresión es peor. Y además, un persona en ese estado emocional suele acabar desarrollando otros problemas de salud como los cardiovasculares, endocrinos. De la misma manera, una depresión no atendida puede conducir al suicidio. Por eso los recortes, a largo plazo, pueden ocasionar más gasto en forma de enfermedades asociadas.


—¿Qué segmento de la población es más vulnerable a estas enfermedades?


—Las mujeres, que tienen un repunte de estos episodios en torno a los treinta años y otro a partir de los sesenta, cuando entran en la menopausia. Así como todos los grupos más desfavorecidos económicamente.


—¿Qué otros problemas traen aparejados los procesos depresivos?


—Los trastornos somatomorfos o, lo que es lo mismo, la somatización (transformar inconscientemente una afección psíquica en orgánica) que afecta a más de un veinte por ciento de los pacientes. Cambian un problema mental o familiar en un problema físico sin ser conscientes de ello.


—¿Y cómo se tratan?


—Son un verdadero problema para los facultativos de Atención Primaria, que no saben lo que les pasa ni cómo solucionar el problema con el que se presentan en su consulta. Los síntomas son reales, dolor de cabeza, gastrointestinal, etcétera, pero no hallan nada anormal en las analíticas y, por tanto, no hay tratamiento eficaz para ellos. Y todo porque el problema es psicosocial.



Cómo controlar la ira, antes de que la ira le controle a usted




Recientemente la Asociación Americana de Psicología (APA), ha publicado en su web, un artículo sobre la ira y la forma de abordarla. El material es de interés tanto para profesionales de la psicología, como para cualquier persona que quiera saber más acerca de este tema, ya que está escrito de forma sencilla y concisa.

Todos sabemos lo que es la ira y todos la hemos sentido en algún momento. Se trata de una emoción humana totalmente normal y por lo general, saludable. No obstante, cuando perdemos el control de esta emoción y se vuelve destructiva, puede ocasionar muchos problemas en el trabajo, en las relaciones personales y en la calidad de vida.

¿Qué es la ira?

La ira es un estado emocional que varía en intensidad: desde una irritación leve hasta una ira intensa. Como otras emociones, está acompañada de cambios tanto psicológicos como biológicos, y puede ser causada por sucesos externos (un atasco o un vuelo cancelado) o internos (una preocupación o un recuerdo traumático).

Cómo expresar el enojo
La forma natural e instintiva de expresar un enfado es responder de manera agresiva. Se trata de una respuesta natural ante las amenazas, e inspira sentimientos intensos, con frecuencia agresivos, y conductas que nos permiten luchar y defendernos cuando nos sentimos atacados.

Hay que tener en cuenta que, para sobrevivir, es necesario un determinado grado de enfado. Sin embargo, no se pude atacar a cada persona u objeto que nos irrita o molesta. Los límites respecto hasta dónde podemos llegar con nuestra ira, lo imponen las leyes, las normas sociales y el sentido común.

Las personas utilizan una diversidad de procesos conscientes e inconscientes para lidiar con los sentimientos que provoca la ira. Las tres reacciones principales son expresar, reprimir y calmarse:

Expresar los sentimientos
  • con firmeza pero sin agresividad es la manera más sana de manejar la ira. Para hacerlo, se debe aprender cómo dejar claro cuáles son sus necesidades y cómo atenderlas sin lastimar a otros. Ser firme no significa ser prepotente ni exigente; significa respetarse a sí mismo y a los demás.
  • Otra manera de abordar esta emoción consiste en reprimir el enfado y después convertirlo o redirigirlo. Es decir, cuando se contiene la ira, se deja de pensar en ella y en cambio se centra en hacer algo positivo. El objetivo es inhibir o reprimir la emoción y convertirla en una conducta mucho más constructiva. El peligro de este tipo de respuesta es que no permite exteriorizar las emociones, pudiendo causar a largo plazo hipertensión u otros síntomas psicosomáticos. Además, inhibir la ira, puede conducir a expresiones patológicas, como por ejemplo, las respuestas pasivo-agresivas (desquitarse indirectamente, sin decir el motivo, en lugar de hacerlo de frente) o una actitud cínica y hostil duradera.
  • Por último, puede calmarse interiormente. Esto significa no sólo controlar su conducta externa sino también controlar sus respuestas internas, siguiendo los pasos para reducir su ritmo cardíaco, calmarse y dejar que los sentimientos pasen.

Manejo de la ira
El objetivo del manejo de la ira es reducir el malestar emocional y la activación fisiológica que provoca. Si uno no puede cambiar las cosas o personas que provocan el enfado, ni evitarlas, se puede aprender a controlar las reacciones.

¿Por qué se enfadan algunas personas más que otras?
Algunas personas se exaltan más que otras, enfadándose con mayor facilidad y más intensamente. También, hay quienes no demuestran su ira gritando pero están continuamente irritados y malhumorados.

Las personas que se enojan con facilidad, por lo general, tienen lo que se denomina baja tolerancia a la frustración, es decir, no aguantan los inconvenientes.

Hay varios factores que influyen en que determinadas personas tengan esta facilidad. Un factor puede ser de origen genético o fisiológico. Algunos niños nacen irritables, sensibles y que se enojan con facilidad desde una edad muy temprana. Otro factor puede estar asociado a la manera como se les enseña a lidiar con el enojo. El enojo se considera a menudo como algo negativo, que no se debe expresar; como resultado, no se aprende a manejarlo o canalizarlo constructivamente.


¿Es bueno dar rienda suelta a la ira?
Según los psicólogos, este es un mito peligroso. Algunas personas usan esta teoría como una licencia para lastimar a otros. Las investigaciones han mostrado que dar rienda suelta al enfado, aumenta la ira y la agresión y no ayuda en absoluto a resolver la situación. Es mejor descubrir qué es lo que desencadena la ira y luego desarrollar estrategias para evitar que esos factores desencadenadores hagan perder el control.

En el documento, la APA recomienda que si alguien siente que su ira está fuera de control y está afectando sus relaciones, se plantee pedir ayuda a un psicólogo que le enseñará estrategias y técnicas para cambiar el pensamiento y la conducta.

Fuente: www.apa.org

domingo, junio 10

TRATAMIENTO VIRTUAL PARA LAS FOBIAS

En algunas ocasiones, las exposiciones se hacen difíciles por la naturaleza del estímulo temido, por ejemplo, en el caso de la fobia a volar en avión resulta complicado programar exposiciones frecuentes directamente en un avión, dado su coste y esfuerzo. Hasta ahora, en estos casos, el abordaje terapéutico tenía que hacerse pidiendo al paciente que imaginase la situación, lo que conlleva algunas dificultades añadidas.

Según publica
 
www.elpais.com de 25 de septiembre de 2011, actualmente existen en el mercado opciones de software que permiten no tener que exponerse en imaginación, ya que recrean las situaciones de forma virtual. Un ejemplo es el que comercializa la empresa vasca Virtualware que recrea 90 situaciones de estrés. Esta herramienta, que ya está siendo utilizada en numerosos Centros de Psicología, debe ser utilizada por un especialista, no se debe usar como recurso de autotratamiento.



En los tratamientos con realidad virtual, el usuario dispone de diferentes escenarios, tales como viajar en metro, recorrer un aeropuerto, pasear por supermercados, pasar por un túnel o subir en un ascensor. En cada uno, el paciente tiene la oportunidad de interaccionar con el ambiente, donde podrá escuchar conversaciones, pedir la parada y subir o bajar del medio de transporte. Vemos que la realidad virtual es, desde hace unos años, un recurso técnico y terapéutico de gran ayuda porque permite al paciente exponerse a las situaciones temidas de forma directa, en un ambiente seguro.