jueves, noviembre 22

El Relieve de la Vida


Un curioso vínculo subyace entre la experiencia vital y la imagen de la superficie terrestre.
Si pudiéramos observar la vida como una metáfora desde las alturas, la veríamos como una superficie hendida por recovecos, surcos e intrincadas vueltas. Llanuras, colinas, valles, anchas planicies de agua e imponentes masas rocosas formarían un relieve rico y diverso que nos cautivaría por su belleza.
 
Una vez en tierra, las empinadas cuestas se anteponen en nuestro camino como constantes desafíos. Un ir y venir de situaciones a superar. Tras ellas, a modo de recompensa, suaves pendientes que bajamos sin dificultad mientras disfrutamos de aquello que nos rodea.
A diferencia de una superficie plana y aburrida donde no aprenderíamos nada, es un mundo intrincado y concurrido por personas y situaciones distintas ante las que reaccionamos y cambiamos en un desafío continuo para convertirnos en viajeros experimentados y mejores personas. La vida es un paisaje de asombrosas cumbres difíciles de conquistar seguidas de almohadilladas laderas y grandes praderas verdes que nos invitan al descanso. No es momento para pensar en las sorpresas que nos aguardará el día siguiente.
 
Angostos laberintos que no parecen tener salida se nos presentan súbitamente y nos ponen a prueba. Tras sufridas estrecheces nos abrimos paso y continuamos nuestro recorrido existencial. La andadura aventurera e iniciativa que nos conduce tan pronto por momentos de paz como por experiencias aparentemente inabordables nos va curtiendo como caminantes y nos va moldeando en continua mejora para convertirnos en personas de valor.
Escrito por: Juanma González