lunes, enero 2

Los propósitos del año nuevo como reflexión del plan de vida



Cada año, supongo que por moda o por la necesidad de cerrar un capítulo, muchas personas desean evaluar el año anterior y establecer sus nuevos propósitos para el año que inicia. Estas reflexiones de año nuevo pueden ser muy gratificantes o una verdadera vendimia, según cómo estemos antes de hacer el balance general de nuestra vida.
No obstante, hay otras circunstancias en que esta evaluación anual es una urgencia en la vida y, por lo cual que el proceso debe hacerse con cuidado. Para el caso, un ejemplo excepcional es la película de Disney del año 2000 “The kid” o “Un encuentro conmigo mismo” como lo tradujeron para los latinos. En dicha película Bruce Willis quién es Rust Dyritz se encuentra consigo mismo, pero treinta y dos años más joven, cuyo papel hace muy bien Spencer Breslin.

Reflexiones de año nuevo
Todo comienza, como en la película, con un momento en la vida en la que no estamos a gusto con nosotros mismos. El fin de año puede ser uno de esos momentos o, como leí hace poco en un periódico inglés, el año de vida que termina en 9, como Rust Dyritz que tiene 39 años.
Al principio la película nos deja ver qué características de personalidad tiene, alabada por muchos y criticada por otros. Posee dinero, pero no parece sentirse completo.
Sus problemas empiezan cuando nota algo raro en sí mismo y luego, de modo fantasioso, se encuentra con sus antiguas expectativas (con él mismo cuando iba a cumplir 8 años) y, al compararse, le da un ataque de nervios.
Condiciones tan extremas pueden darse en la vida real en forma de abreacción cuando las diferencias entre nuestras expectativas pasadas y nuestra conducta actual son demasiado inaceptables para nuestro inconsciente que las reprime.
Pero la mayoría de personas encuentran estas diferencias nada más incómodas o motivos para deprimirse, sin llegar a síntomas psicóticos como en la película. De todos modos, casi siempre es una falta de revisión periódica del plan de vida o la ausencia de dicho plan, la que lleva a estos puntos tan molestos.

La necesidad de un plan de vida
Un plan de vida, por tonto que parezca, es el mástil que le da dirección a nuestra vida. Esto no significa que no podamos cambiar el plan de vida, porque a medida que crecemos cambiamos de opinión con respecto a muchas cosas. Mientras más áreas podamos definir mejor sabremos lo que queremos y evitaremos que las circunstancias se apoderen de nosotros.

La falta de plan de vida es la principal causa de que las crisis existenciales de ciertas edades normativas en el desarrollo humano, se conviertan en un desastre porque la persona siente que han pasado tantos años y no han hecho nada. Despiertan una mañana y tienen la sensación de que se están poniendo viejos y no han avanzado nada en su vida.
Rust, el adulto es un buen ejemplo de esto y, ante su crisis, busca lo que le parece seguro ante su crisis (un sándwich) pero mientras no se enfrente a la crisis, no conseguirá deshacerse de la raíz de lo que le molesta.

Muchas veces, sabiendo que no nos sentimos bien, buscamos algo que nos consuele y, no es que esto sea malo, lo malo es hacerlo porque no queremos enfrentar la causa de lo que nos descompone emocionalmente.

¿Qué diferencia a los que se entregan a la desesperación de los que la resuelven? La diferencia radica en llevar a cabo una serie de pasos luego de descubrir que algo anda mal:
    Aceptar que esta crisis es real, con lo que podemos consultar a un tercero de confianza. Pero fingir que podemos dejarlos atrás sin que sean relevantes, ignorarlos, no es la solución. Si han aparecido en estos momentos de nuestra vida es porque tienen un lugar importante en nosotros y reclaman al menos atención.

    Luego llegamos al triste momento de comparar los hechos actuales con las expectativas que teníamos antes. En la película, se comparan los éxitos de 40 años y las expectativas de los 8, con lo que el niño llega a la conclusión de que es un fracasado porque no es piloto, no está casado y no tiene un perro. Se nota el gran contracte entre las edades de comparación, actualmente nadie es lo que quería ser a los 8 años pero no dudo de personas que empezaron una carrera con ciertas expectativas, que llevan 20 años de ejercer y se sienten desencantados.
    
  El siguiente paso es aceptar que existe un cambio entre lo que queríamos y lo que tenemos actualmente. Aceptar significa es ver lo que hay y tomarlo como parte de sí. Luego decidir que queremos hacer con él. El mayor error es querer cambiar alguno de los dos: no podemos cambiar ni el pasado ni lo que tenemos ahora o entregarnos a los reproches y la autocompasión. Lo que podemos cambiar es el futuro. En la película vemos que el problema es que el adulto se avergüenza de su pasado y por ello quiere, al principio dejarlo atrás, en lugar de integrarlo a su personalidad, como algo que pasó y que ha cambiado. En parte porque es muy autocrítico, y cuando nos exigimos la perfección la vida se convierte en un trabajo de lo más estresante.

    Sentarse tranquilamente a renegociar las expectativas y los cambios es lo mejor que podemos hacer en estas circunstancias, aunque no nos asegura que será lo más cómoda. Como se aprecia en la película, supone tiempo, esfuerzo y alguna carga emocional, pero vale la pena hacerlo con cierta regularidad para evitar que las crisis vengan con fuerza. Por ello insisto que el plan de vida es la mejor herramienta para tener claro lo que se quiere y poder asegurarse de que lo está llevando a cabo; también permite hacer cambios dependiendo de qué tan flexible sea nuestra personalidad.

    Pida ayuda si hace falta. El protagonista pasó de ignorar a sus expectativas, a querer cambiar su pasado y, luego, a decir abiertamente que se avergonzaba de él. Cuando lo que tenía que hacer era escuchar lo que el pasado tenía que decirle y ver la manera de conciliar estos dos momentos de su vida. El momento en que Rust encuentra el camino es cuando pide ayuda a Jean Smart en el papel de Deirdre Lafever, platican tranquilamente del asunto y ella le explica sus errores.
     
Al final, expectativas y hechos resuelven juntos, con decisión propia sus dificultades personales.
   
Y después del vértigo de la experiencia hay que poner esos planes en marcha.

   No quiero alabar o reprochar el cambio de vida de Rust en la película; lo que alabo es el hecho de ser capaz de reevaluar con madurez un momento de su vida y hacer un plan para cambiar las cosas que no nos gustan sin ahogarse en remordimientos. El fin de año puede ser un buen momento para reflexionar.


Fuente: http://psicopedia.org/4128/los-propositos-del-ano-nuevo-como-reflexion-del-plan-de-vida/