Cada año, supongo que por
moda o por la necesidad de cerrar un capítulo, muchas personas desean evaluar
el año anterior y establecer sus nuevos propósitos para el año que inicia.
Estas reflexiones de año nuevo pueden ser muy gratificantes o una verdadera vendimia,
según cómo estemos antes de hacer el balance general de nuestra vida.
No obstante, hay otras
circunstancias en que esta evaluación anual es una urgencia en la vida y, por
lo cual que el proceso debe hacerse con cuidado. Para el caso, un ejemplo
excepcional es la película de Disney del año 2000 “The kid” o “Un encuentro conmigo
mismo” como lo tradujeron para los latinos. En dicha película Bruce Willis
quién es Rust Dyritz se encuentra consigo mismo, pero treinta y dos años más
joven, cuyo papel hace muy bien Spencer Breslin.
Reflexiones
de año nuevo
Todo comienza, como en la
película, con un momento en la vida en la que no estamos a gusto con nosotros
mismos. El fin de año puede ser uno de esos momentos o, como leí hace poco en
un periódico inglés, el año de vida que termina en 9, como Rust Dyritz que
tiene 39 años.
Al principio la película
nos deja ver qué características de personalidad tiene, alabada por muchos y
criticada por otros. Posee dinero, pero no parece sentirse completo.
Sus problemas empiezan
cuando nota algo raro en sí mismo y luego, de modo fantasioso, se encuentra con
sus antiguas expectativas (con él mismo cuando iba a cumplir 8 años) y, al
compararse, le da un ataque de nervios.
Condiciones tan extremas
pueden darse en la vida real en forma de abreacción cuando las diferencias
entre nuestras expectativas pasadas y nuestra conducta actual son demasiado
inaceptables para nuestro inconsciente que las reprime.
Pero la mayoría de
personas encuentran estas diferencias nada más incómodas o motivos para
deprimirse, sin llegar a síntomas psicóticos como en la película. De todos
modos, casi siempre es una falta de revisión periódica del plan de vida o la
ausencia de dicho plan, la que lleva a estos puntos tan molestos.
La
necesidad de un plan de vida
Un plan de vida, por
tonto que parezca, es el mástil que le da dirección a nuestra vida. Esto no
significa que no podamos cambiar el plan de vida, porque a medida que crecemos
cambiamos de opinión con respecto a muchas cosas. Mientras más áreas podamos
definir mejor sabremos lo que queremos y evitaremos que las circunstancias se
apoderen de nosotros.
La falta de plan de vida
es la principal causa de que las crisis existenciales de ciertas edades
normativas en el desarrollo humano, se conviertan en un desastre porque la
persona siente que han pasado tantos años y no han hecho nada. Despiertan una
mañana y tienen la sensación de que se están poniendo viejos y no han avanzado
nada en su vida.
Rust, el adulto es un
buen ejemplo de esto y, ante su crisis, busca lo que le parece seguro ante su
crisis (un sándwich) pero mientras no se enfrente a la crisis, no conseguirá
deshacerse de la raíz de lo que le molesta.
Muchas veces, sabiendo
que no nos sentimos bien, buscamos algo que nos consuele y, no es que esto sea
malo, lo malo es hacerlo porque no queremos enfrentar la causa de lo que nos
descompone emocionalmente.
¿Qué
diferencia a los que se entregan a la desesperación de los que la resuelven? La
diferencia radica en llevar a cabo una serie de pasos luego de descubrir que
algo anda mal:
Aceptar que esta crisis es real, con lo que
podemos consultar a un tercero de confianza. Pero fingir que podemos dejarlos
atrás sin que sean relevantes, ignorarlos, no es la solución. Si han aparecido
en estos momentos de nuestra vida es porque tienen un lugar importante en
nosotros y reclaman al menos atención.
Luego llegamos al triste momento de
comparar los hechos actuales con las expectativas que teníamos antes. En la
película, se comparan los éxitos de 40 años y las expectativas de los 8, con lo
que el niño llega a la conclusión de que es un fracasado porque no es piloto,
no está casado y no tiene un perro. Se nota el gran contracte entre las edades
de comparación, actualmente nadie es lo que quería ser a los 8 años pero no
dudo de personas que empezaron una carrera con ciertas expectativas, que llevan
20 años de ejercer y se sienten desencantados.
El siguiente paso es aceptar que existe un
cambio entre lo que queríamos y lo que tenemos actualmente. Aceptar significa
es ver lo que hay y tomarlo como parte de sí. Luego decidir que queremos hacer
con él. El mayor error es querer cambiar alguno de los dos: no podemos cambiar
ni el pasado ni lo que tenemos ahora o entregarnos a los reproches y la
autocompasión. Lo que podemos cambiar es
el futuro. En la película vemos que el problema es que el adulto se
avergüenza de su pasado y por ello quiere, al principio dejarlo atrás, en lugar
de integrarlo a su personalidad, como algo que pasó y que ha cambiado. En parte
porque es muy autocrítico, y cuando nos exigimos la perfección la vida se
convierte en un trabajo de lo más estresante.
Sentarse
tranquilamente a renegociar las expectativas y los cambios es lo mejor que
podemos hacer en estas circunstancias, aunque no nos asegura que será lo más
cómoda. Como se aprecia en la película, supone tiempo, esfuerzo y alguna
carga emocional, pero vale la pena hacerlo con cierta regularidad para evitar
que las crisis vengan con fuerza. Por ello insisto que el plan de vida es la mejor herramienta para tener claro lo que se quiere
y poder asegurarse de que lo está llevando a cabo; también permite hacer
cambios dependiendo de qué tan flexible sea nuestra personalidad.
Pida ayuda si hace falta. El protagonista
pasó de ignorar a sus expectativas, a querer cambiar su pasado y, luego, a
decir abiertamente que se avergonzaba de él. Cuando lo que tenía que hacer era
escuchar lo que el pasado tenía que decirle y ver la manera de conciliar estos
dos momentos de su vida. El momento en que Rust encuentra el camino es cuando
pide ayuda a Jean Smart en el papel de Deirdre Lafever, platican tranquilamente
del asunto y ella le explica sus errores.
Al final, expectativas y hechos resuelven
juntos, con decisión propia sus dificultades personales.
Y después del vértigo de la experiencia hay
que poner esos planes en marcha.
No quiero alabar o
reprochar el cambio de vida de Rust en la película; lo que alabo es el hecho de ser capaz de reevaluar con madurez un
momento de su vida y hacer un plan para cambiar las cosas que no nos gustan sin
ahogarse en remordimientos. El fin de año puede ser un buen momento para reflexionar.
Fuente: http://psicopedia.org/4128/los-propositos-del-ano-nuevo-como-reflexion-del-plan-de-vida/