Es común pensar que la
resiliencia es algo parecido a una capacidad innata, una facultad que nace de
manera espontánea en algunas personas que tienen que afrontar situaciones
adversas.
Sin embargo, la resiliencia no es
un rasgo de la persona que nazca con ella, ni forma parte del temperamento
típico de esta. Se trata de un proceso en el que el individuo entra en una
dinámica de interacciones con los demás y con el entorno de manera que es capaz
de superar las adversidades.
Dicho de otra forma: la
resiliencia psicológica no se tiene, sino que es algo que se desarrolla y se
aprende a mantener.
Es por eso que uno de los pilares
de la resiliencia se encuentra directamente en los hábitos de la persona que
logra desarrollarla. Estos hábitos característicos de las personas entrenadas
en la resiliencia pueden ser tan variados y flexibles como maneras hay de vivir
la vida, pero a grandes rasgos se pueden nombrar diez que son aplicables a la
mayoría de los casos.
Las personas entrenadas en
resiliencia...
¿Qué cosas tienen en común este
tipo de personas?
1. Toman medidas para mejorar su autoestima
Son capaces de reconocer que las
acciones que hagan hoy cambiarán la manera de percibirse a sí mismas el día de
mañana. Por eso, orientan parte de sus acciones hacia la mejora de la
autoestima y la autoconfianza, y lo hacen de manera más o menos consciente,
para asegurarse la eficacia de estas medidas y ser constantes en esta tarea.
2. Se sumergen en tareas creativas
La creatividad es una de las
formas de hacer que todo es nuestros pensamientos se enfoquen hacia la
resolución de un reto novedoso. La percepción de estar creando algo original
hace que este hábito sea altamente estimulante, y la sensación de haber
terminado una pieza de trabajo que es única en el mundo es altamente
placentera. Las personas resilientes lo saben y por eso les gusta alternar las
costumbres del día a día con un poco de novedad y exigencia a sí mismas.
3. Mantienen una actitud estoica cuando conviene...
Las personas capaces de
desarrollar una buena resiliencia son capaces de detectar aquellas situaciones
en las que es prácticamente imposible hacer que el contexto cambie a corto o a
medio plazo. Esto posibilita que no se planteen ilusiones vanas y que sus
esfuerzos para adaptarse a lo que les pasa se centren en gestionar su manera de
experimentar lo que ocurre en esta nueva situación.
4. ¡Pero no dejan de buscar metas!
Aceptar situaciones que en un
principio parecen abrumadoramente malas, como una ruptura tras un largo
noviazgo o el brote de una enfermedad, no significa que a partir de ese momento
todos los aspectos de la vida de esa persona giren en torno a ese contexto
percibido como negativo. Las personas resilientes muestran propensión a sacarle
partido a la atención selectiva: en vez de estar todo el día pensando en las
cosas malas que les ocurren, se centran en los objetivos a desarrollar. A fin
de cuentas, fijarse metas con un significado personal, por muy insignificantes
o trascendentales que sean estos objetivos, es lo que nos permite gestionar
bien nuestros hábitos y tomar las riendas de nuestros actos. La resiliencia
consiste, en parte, en orientarse hacia el horizonte de lo posible.
5. Se rodean de personas con actitud positiva
Las personas resilientes lo son,
entre otras cosas, porque han pasado por alguna situación dura que les ha
movido a entrenarse en su propia gestión emocional. Eso significa que asumen la
existencia de una fuente ansiógena que puede generarles tensión, y lejos de
pretender ignorarla o intentar suprimir su recuerdo (algo prácticamente
imposible), simplemente, dirigen la atención hacia otro lado. Por ejemplo,
hacia personas de actitud positiva. Envolverse en una comunidad receptiva y que
apoya a sus miembros es una buena manera de facilitar la gestión de las
emociones. Hacer que haya un flujo el optimismo y ansias de superación personal
que vaya desde el entorno hacia uno mismo hace que todo resulte más fácil.
6. ¡Pero también con todo tipo de seres humanos!
Vivir la vida con normalidad
incluye no estar limitado por una burbuja de amistades y conocidos que cumplan
unas características muy determinadas. Por eso, alguien con un buen dominio de
las estrategias de afrontamiento no tendrá mayor problema en interactuar con
todo tipo de gente de vez en cuando.
7. Están todo el día haciendo cosas
¡Mientras cuando toca dormir,
claro! Mantener una actitud activa las ayuda a centrarse y llegar a los
objetivos deseados, lo cual a la vez repercute positivamente sobre su propia
autoestima y la autoconfianza.
8. Practican deporte y/o algún tipo de meditación
La meditación parece tener
múltiples beneficios, entre los que se encuentran la facilitación de aparición
de pensamientos positivos y la reducción del estrés, tal y como queda explicado
en este artículo. El deporte, por su parte, también sirve para relajarse y
ganar en autoconfianza. Ambos hábitos, además, no dejan de ser rutinas muy
sólidas para el día a día o, dicho de otro modo, pequeñas metas cotidianas.
9. Usan el humor para empoderarse
El humor es un valiosísimo
recurso para quitarle importancia a las cosas a la vez que se obtiene una
sonrisa a cambio. Hacer bromas sobre algo relacionado con los problemas
personales es perfectamente saludable, teniendo en cuenta que se aborda el tema
obteniendo una respuesta emocional que es agradable y nos libra del peso del
estrés. Eso sí, en tanto que estrategia de resiliencia deberían ser bromas
espontáneas y genuinamente graciosas. Auto-imponerse la tarea de hacer humor
puede ser un mecanismo de defensa si sólo se tratan las bromas como una
máscara.
10. Reservan momentos para pensar acerca de lo que pueden hacer a largo
plazo
Enfrentarse a las adversidades
significa mirar más allá del estrés o la tristeza que puede experimentarse de
vez en cuando. Por eso, alguien que haya conseguido entrar en una dinámica de
resiliencia planifica sus objetivos y hace que algunos de estos queden
proyectados hacia el largo plazo. Esto ayuda a mantener los pensamientos fijos
en aquellas cosas que pueden ser cambiadas a mejor y, además, el hecho de poder
cambiar materialmente el contexto hace que sea más fácil plantar cara a las
situaciones negativas.
11. Invitan a los demás a participar en sus proyectos
Las personas resilientes
transforman en hábito el hecho de animar a los demás a participar en sus
proyectos, sean estos simples y a corto plazo o ambiciosos y basados en un
objetivo que se tardará en alcanzar. El sentido de esto es contagiar la actitud
positiva a los demás y, al mismo tiempo, hacer que esta actitud positiva vuelva
a uno mismo a través de la satisfacción de los otros, como un eco. Además, los
proyectos que involucran a muchas personas a menudo son más absorbentes y
estimulantes que los que se realizan en solitario, ya que las expectativas que
los demás ponen en nosotros nos animan a continuar.
12. Se empapan de cultura
Para desarrollar resiliencia no
hay nada como explorar formas de pensamiento y dea acción alternativas. Y, para
conseguir esto, vivir la cultura es fundamental; de este modo se descubren
pensadores, autores y artistas que nos descubren su mundo mental y nos enseñan
que la vida puede ser experimentada de muchas más formas de las que creímos en
un principio. A fin de cuentas, a medida que crecen las opciones de pensamiento
entre las que se puede elegir, crece también nuestra libertad y nuestra
capacidad para experimentar las cosas de manera satisfactoria. En este sentido,
las personas resilientes siempre se rodean de formas de expresión cultural
estimulantes.
Fuente: https://psicologiaymente.net/personalidad/habitos-personas-resilientes