jueves, septiembre 13

EXPLICACIONES CAUSALES, ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO Y BIENESTAR PSICOLÓGICO

La atribución es un proceso cognitivo mediante el cual las personas explican las situaciones que les ocurren. Las causas que se pueden aducir para explicar los eventos son muy variadas, y dependiendo de qué causas se empleen se derivaran diferentes emociones. Por ejemplo, ante un fracaso (suspender un examen, tomar una decisión equivocada, cometer un error en el trabajo, etc.), una persona puede explicarlo por un golpe de mala suerte momentáneo, mientras que otra puede creer que tiene una incapacidad crónica. Los estados de ánimo que estas hipotéticas personas experimentarán, serán muy distintos, aunque el suceso ocurrido sea el mismo, dependiendo de qué razones utilicen para explicar dicho suceso.

La atribución, además de ser un proceso que se desencadena ante una situación específica, también se puede entender como un estilo, o tendencia relativamente estable a explicar un amplio rango de situaciones, de una forma particular.
Uno de los estilos explicativos más relevantes es el estilo atribucional negativo, que se define como una tendencia a explicar las situaciones negativas mediante causas internas (la causa es algo de la persona, no ambiental, por ejemplo, "mi incapacidad", "mi desidia", "mi forma de ser"), estables (la causa se mantiene a lo largo del tiempo) y globales (la causa afecta a distintas áreas de la vida, no sólo a un tipo de situaciones concretas).

La mayoría de los estudios se han centrado en valorar la relación entre este estilo y la depresión, lo que ha permitido mostrar que las personas con un estilo atribucional negativo tienen más probabilidad de desarrollar depresión clínica y síntomas depresivos cuando se enfrentan con situaciones difíciles o negativas (Alloy y cols., 2006; Sanjuán, 1999; Sweeney, Anderson y Bailey, 1986). Aunque menores en número, otros trabajos también han encontrado una asociación entre este estilo explicativo y ansiedad y otras emociones negativas. Por otra parte, algunos estudios también lo relacionan con una peor salud física (informe de más síntomas, padecimiento de más enfermedades, ocurrencia de más accidentes, etc.). Tomados conjuntamente, estos resultados parecen sugerir que el poseer este estilo explicativo negativo hace a las personas más vulnerables y propensas a experimentar malestar tanto psicológico como físico o, incluso, desarrollar algún trastorno psicopatológico.
La tendencia a explicar las situaciones positivas mediante causas internas, estables y globales, se está empezando a denominar estilo autoensalzante, y se postula que podría ser un factor protector relacionado con los aspectos más positivos del funcionamiento psicológico, ya que se ha relacionado con bienestar y mayor autoestima. Además, otros trabajos también han encontrado que explicar las situaciones positivas mediante causas internas, estables y globales produce una disminución de los síntomas depresivos en los pacientes con este trastorno.

Aunque los estilos explicativos se definen como tendencias relativamente estables, no significa, por ello, que sean totalmente resistentes al cambio, por el contrario, existe alguna evidencia que muestra que, mediante técnicas de terapia cognitiva, el estilo explicativo negativo se puede modificar y sustituir por otras formas de pensar más beneficiosas para la persona. La identificación de personas con estilos de pensamiento vulnerable permitiría la prevención tanto del malestar psicológico como de algunos trastornos psicopatológicos. De cara a la intervención, también sería muy interesante conocer si existen otros mecanismos o procesos que pudieran estar mediando la relación entre estilo explicativo y malestar, puesto que su identificación permitiría tratar el problema desde distintos frentes, y se posibilitaría el incremento de la efectividad del tratamiento.


En el caso que nos ocupa, que es la relación entre el estilo explicativo negativo y el malestar psicológico, se ha sugerido que podría estar mediada por la puesta en marcha de estrategias de afrontamiento inadecuadas. Las estrategias de afrontamiento son todas aquellas acciones, pensamientos o emociones que se desarrollan para hacer frente a las situaciones estresantes con las que se encuentra el individuo. Estas estrategias pueden centrarse en:



Solucionar el problema: como por ejemplo, buscar información sobre el problema, sopesar diferentes opciones a seguir o elegir un plan de acción y ponerlo en marcha.
  1. Los estados emocionales derivados de la situación problemática: estas estrategias serían las más adecuadas en el caso de que el problema no tenga solución o sea incontrolable. Además, se podría decir que algunas de las estrategias son más adecuadas para paliar el malestar emocional derivado de la situación, como puede ser la aceptación de la realidad, la reinterpretación positiva de la situación, la utilización del sentido del humor, intentar aprender algo de la situación, o buscar el apoyo emocional de los seres queridos, mientras que otras, no sólo no mitigan el malestar, sino que lo pueden incrementar, como por ejemplo, la negación de la existencia del problema, evitar enfrentarse a la situación o evadirse a través del alcohol o las drogas.
A pesar de ser una línea de investigación que puede resultar fructífera teniendo en cuenta las posibilidades de intervención que se pueden abrir, prácticamente no existen estudios que hayan intentado comprobar qué tipo de estrategias emplean las personas en función de los estilos atribucionales o explicativos que les caracterizan. El trabajo al que hacemos referencia es uno de los pocos llevados a cabo y que se ha realizado con una muestra española. Sus resultados han mostrado que las personas con un estilo explicativo negativo presentan mayor sintomatología depresiva debido al estilo de afrontamiento poco efectivo que emplean para hacer frente a las situaciones, pues utilizan en menor medida las estrategias dirigidas a la solución directa de los problemas y en mayor proporción las estrategias que incrementan el malestar emocional, como pueden ser evitar enfrentarse a los problemas o negar su existencia. Por otra parte, se encontró el patrón contrario cuando se analizó el estilo autoensalzante, que mantiene una relación con el bienestar psicológico gracias al uso preferente de las estrategias de afrontamiento centradas en la solución de los problemas y al bajo empleo de las estrategias centradas en la emoción.

domingo, septiembre 9

Análisis de sangre: cómo descifrarlos

La interpretación de los resultados de una analítica puede dar lugar a confusiones, ya que algunos valores de normalidad dependen de cada persona

Los análisis de sangre incluyen numerosos términos que resulta complejo entender e interpretar. A este inconveniente se suma, además, que los valores de normalidad se pueden reflejar de distintas formas de acuerdo al criterio del laboratorio que analice la muestra. No obstante, lo mejor es confiar en el criterio del médico antes de alarmarse ante un resultado que no se entiende. A continuación se detalla cada apartado.

Análisis de las células de la sangre: el hemograma

Los tres grupos de células presentes en la sangre son: los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas.
Los glóbulos rojos, también llamados hematíes o eritrocitos, son los corpúsculos (elementos) encargados de transportar el oxígeno desde los pulmones hasta todas las células del organismo. En su interior se halla la hemoglobina, que lleva el oxígeno y es la responsable del característico color rojo de la sangre.
Las analíticas reflejan varios valores de los glóbulos rojos. En primer lugar, es frecuente que conste el número de hematíes, expresado en millones por milímetro cúbico, cuyos valores normales oscilan entre 4.300.000 y 5.900.000/mL. En el hemograma también se cuantifica la hemoglobina (entre 12,5 y 17gr/L), que a menudo es proporcional a los hematíes; es decir, cuando hay anemia, tanto el número de hematíes como la cifra de hemoglobina son bajos. El hematocrito es el tanto por ciento de hematíes en el volumen total de la sangre y también es un buen indicador para las anemias. Los resultados aceptables son distintos en hombres, de un 40,7% a un 50,3 %, que en mujeres, del 36,1% al 44,3%.
En el hemograma constan otros datos que resultan útiles: VCM (Volumen Corpuscular Medio, con valores entre 78 y 100 femtolitro, fL), que refleja el tamaño de los hematíes; HCM (Hemoglobina Corpuscular Media, que oscila entre 27 y 32 picogramos por célula, pg/cél), referido a la cantidad de hemoglobina de cada hematíe; y CHCM (Concentración de Hemoglobina Corpuscular Media, de 32 a 36 gm/dL), que relaciona la cantidad de hemoglobina que lleva el hematíe con su volumen.

Respecto a los glóbulos blancos o leucocitos, el hemograma refleja su cifra total (consta con la palabra "recuento", con valores normales entre 3.500 y 11.000/mL) y las diferentes clases de leucocitos (se recoge como "fórmula leucocitaria"). Los leucocitos son el pilar básico de defensa frente a los microorganismos. El número de leucocitos aumenta en las infecciones y predomina un tipo u otro, según el tipo de microorganismos (en las infecciones bacterianas aumentan los neutrófilos y en las provocadas por virus, los linfocitos y los monocitos). Pueden disminuir en infecciones muy graves, ante enfermedades de la médula ósea o como efecto secundario de algún fármaco.

El hemograma estudia las plaquetas (130.000 y 450.000/mL), que intervienen en la formación de coágulos sanguíneos. Las enfermedades hematológicas y los trastornos hepáticos son las causas más frecuentes que alteran su número.

Estudio de la función del hígado y del riñón: bioquímica

  • Creatinina: las determinaciones relacionadas con el riñón son la urea (valor normal: 10 y 40 mg/dl), la creatinina (entre 0.6 y 1.2 mg/dl) y el monograma. La creatinina es una proteína muscular que circula por la sangre y que se elimina a través de la orina. Sus niveles son uno de los indicadores más precisos del funcionamiento del riñón. La urea mide también la función renal y el grado de hidratación. Aumenta en la insuficiencia renal, en estados de deshidratación y en individuos con mucha masa muscular.
  • Ionograma: dado que una de las funciones primordiales del riñón es la eliminación de agua y de electrolitos, el estudio de la función renal se complementa con el ionograma, que determina los niveles de sodio, potasio y cloro. Estos últimos, en ocasiones, se identifican con las siglas de la tabla periódica de elementos: Na (135-146 mEq/l), K (3,5-5,0 mEq/l)y Cl (98-106 mEq/l), respectivamente.
  • Transaminasas: en el apartado de la bioquímica también se estudia la función del hígado. Los valores que se muestran como GOT/ALT (valor normal entre 0 y 37 U/L ), GPT/AST (entre 0 y 41 U/L) y GGT (entre 11 y 50 U/L) corresponden a lo que de forma genérica se conoce como transaminasas. Son enzimas que se hallan en el interior de las células hepáticas. Valores por encima de los normales denotan que hay un proceso que provoca una inflamación. Estos procesos pueden ser de índole tan variada como una hepatitis (aguda o crónica) o los efectos tóxicos del alcohol o de ciertos fármacos.

Estudio del metabolismo: la glucosa y el colesterol


La glucosa es un azúcar (hidrato de carbono) considerado como la principal fuente de energía para las células. Sus niveles varían durante el día y son máximos en las 2 horas que siguen a la ingesta y mínimos tras ayunos prolongados. Los niveles normales oscilan entre 70 milígramos por decilitro de sangre (mg/dL) y 110 mg/dL. El diagnóstico de diabetes se establece cuando hay dos determinaciones en ayunas por encima de 126 mg/dL o una por encima de 200 mg/dL, aunque sea después de una comida.

En el caso de que los valores de glucemia estén por encima de 100mg/dL, pero por debajo de 126mg/dL, se habla de intolerancia a la glucosa, que puede indicar un estado previo de diabetes. En estos casos, se recomienda hacer un estudio de sobrecarga de glucosa basado enconsiste en administrar un preparado con 75 gr de glucosa y determinar la glucemia a las 2 horas. Si se obtienen valores entre 140 y 199, se establece también el diagnóstico de diabetes.
Para el estudio de las grasas o lípidos, las analíticas determinan los valores del colesterol y los triglicéridos. Del colesterol se estudian sus niveles totales y algunas de sus fracciones, que se conocen como colesterol "bueno" (HDL) y colesterol "malo" (LDL). El colesterol es un elemento imprescindible para la vida, ya que es el precursor de algunas hormonas y de los ácidos biliares. Dado que es una sustancia grasa, no es soluble en el agua de la sangre y necesita una lipoproteína que la transporte. Las lipoproteínas más conocidas son la LDL y la HDL. La LDL es la responsable del transporte del colesterol a los tejidos, por lo que si es elevada, contribuye a que se deposite mas colesterol en las paredes de las arterias. Por el contrario, la HDL retira el colesterol de los tejidos y, por ese motivo, se conoce de manera popular como colesterol "bueno".