miércoles, agosto 15

Obesidad: ¿cómo puede ayudarte un psicólogo?


La obesidad es un problema de salud en el que intervienen diferentes factores físicos, genéticos, psicológicos y ambientales. Más allá de problemas estéticos, según la OMS, la obesidad tiene consecuencias peligrosas para la salud. Entre las más frecuentes se encuentran: problemas cardiovasculares, trastornos del movimiento y algunos tipos de cáncer (hígado, vesícula biliar, riñones y colon).
En los últimos años la psicología ha tomado especial relevancia en el tratamiento de la obesidad. Los psicólogos trabajan con personas que tienen obesidad y sobrepeso para que aprendan una serie de herramientas que les permitan perder peso o mantener los cambios ganados mediante intervenciones quirúrgicas para la obesidad.

¿Qué factores están implicados en la obesidad y el sobrepeso?
La obesidad se caracteriza por ser una enfermedad multifactorial: sus orígenes y su supervivencia se deben a diferentes causas o variables. A continuación, hacemos un repaso rápido por las principales variables y factores asociados con la obesidad y el sobrepeso.

Factores genéticos y físicos
El debate sobre la influencia genética en la obesidad es bastante controvertido; lo cierto es que es muy bajo el número de los casos de obesidad se deben a razones genéticas. Si bien es cierto que existen síndromes genéticos que presentan obesidad o sobrepeso dentro de sus características sindrómicas, aproximadamente el 90% de los casos de obesidad se detectan en personas sin dichos síndromes.
Los problemas de tiroides u otros problemas hormonales también suelen ser una “creída” causa de la obesidad. La mayoría de las personas que comienzan a ganar peso, buscan causas endocrinas o metabólicas que expliquen dicha ganancia. Sin embrago, fracasan en estos intentos.
De este modo, aunque sí que se han identificado determinados genes y causas físicas relacionadas con la obesidad, estos genes son los responsables de la misma en muy pocos casos. A muchos de los casos de obesidad se le atribuye un origen genético ya que los padres y familiares también suelen ser obesos. Pero, esto se debe en un buen número de casos al ambiente compartido, los hábitos alimenticios aprendidos y la actitud hacia la comida y el cuerpo, no a causas genéticas.

Variables psicológicas asociadas con la obesidad y el sobrepeso
Las emociones son los elementos psicológicos más asociados a la obesidad y al sobrepeso. El estado emocional de una persona se vincula directa e indirectamente con su apetito, su conducta a la hora de comer y también con las preferencias en el momento de escoger alimentos.
Las emociones influyen directamente en nuestro apetito. En función de la persona, una cierta emoción, como la tristeza o la alegría, puede incrementar o disminuir el apetito. El efecto es individual y depende de cada uno. Directamente, hay personas que cuando tienen ansiedad tienden a comer más y hay otras a las que se les “cierra” el estómago. Estos son efectos directos de la activación emocional y sus manifestaciones físicas.
De manera indirecta, las emociones se asocian con una predisposición a la ingesta de determinado tipo de alimentos. Por ejemplo, el estrés laboral predispone a ingerir una menor cantidad de alimentos, lo malo es que estos “pocos alimentos” son procesados y con alto valor calórico. Mientras que un estado de ánimo positivo y relajado, nos impulsa a comer más lentamente y en mayor cantidad.
Por otro lado, existe una gran cantidad de personas con sobrepeso y obesidad que utilizan la comida como estrategia de regulación emocional. En estos casos, frente a la frustración, el aburrimiento o la ansiedad la persona come y en ese momento se siente mejor, más aliviada. Así es como se crea un fuerte condicionamiento entre comer y reducir el malestar, para que después -en muchas ocasiones- aparezcan la culpabilidad y el arrepentimiento.

Así mismo, en los últimos años es popular la idea de que existe una adicción a la comida. Se trata de un tema muy controvertido y para el que la comunidad psicológica y científica todavía no tiene un discurso unificado. Es decir, diferentes investigaciones cuentan con conclusiones -y datos que las respaldan-, tanto a favor como en contra de que exista una adicción a la comida.
En esta línea, la comida y el acto de comer activa las mismas vías cerebrales de reforzamiento que activan las sustancias psicoactivas, como el alcohol y otras drogas, y también los juegos de azar. Teniendo esto en cuenta, podría decirse que sí existe adicción a la comida ya que ciertos alimentos son reforzadores primarios positivos muy poderosos.

Una de las variables psicológicas más importantes es lo que comúnmente se denomina “costumbres personales” y a las que los psicólogos llamamos “hábitos conductuales”. Todos los hábitos vinculados a la rutina diaria, los alimentos y la conducta alimentaria en muchos casos son variables que predisponen o condicionan la obesidad y el sobrepeso. Además, los hábitos son también la principal causa de que recuperemos peso tras una intervención quirúrgica para el sobrepeso o tras una dieta exitosa.
Dentro del grupo de hábitos que son causa de la obesidad y el sobrepeso, los más comunes son la falta de ejercicio físico y comer no-conscientemente (sin tener la mente puesta en el momento de comer). También se encuentra dentro de este grupo de hábitos el escoger alimentos en función del momento y el estado de ánimo, realizar otras actividades mientras se come y pasar muchas horas sin ingerir alimentos, entre otros.

Factores ambientales relacionados con la obesidad y el sobrepeso
Las variables ambientales son de las más importantes, ya que la influencia del ambiente es una pieza clave en la obesidad y el sobrepeso. En primer lugar, el ambiente en el que nos encontramos influye muchísimo en la cantidad de alimentos que ingerimos. Por ejemplo, comer acompañados se asocia con comer más.
El tipo de trabajo que realizamos y el horario del mismo también se relaciona con comer en mayor o menor cantidad. Las personas con turnos nocturnos o rotativos tienen más probabilidad de experimentar problemas de alimentación (anorexia, bulimia, obesidad). Tanto los cambios en la jornada laboral como trabajar por las noches se relaciona con trastornos del sueño, cambios en el ritmo circadiano (o reloj interno); esto provoca que no se descanse bien, el estado emocional tienda a ser negativo, y se recurra al ajuste de la conducta alimentaria (comer mucho o poco) como manera de regular la situación emocional.

¿Cómo es la terapia psicológica en obesidad y sobrepeso?
La terapia psicológica en obesidad y casos de sobrepeso es un elemento imprescindible para que cualquier dieta o intervención quirúrgica sea efectiva y sus resultados se mantengan a lo largo del tiempo. Una vez que el psicólogo evalúa en profundidad la conducta alimentaria, su contexto y los factores que tienen una influencia en la misma, se plantea la intervención psicológica.
El tratamiento psicológico en obesidad y sobrepeso siempre depende de las necesidades específicas del paciente. En líneas generales, se abordan todos los hábitos que se relacionan con la comida. En primer lugar, es necesario realizar una evaluación detallada de todos los factores psicológicos vinculados con la alimentación.

¿Cómo puede ayudarte un psicólogo si tienes obesidad o sobrepeso?
El psicólogo es el profesional de la salud especializado en comportamientos, emociones y pensamientos. Por ello, es quien está mejor preparado para ayudarte a modificar los hábitos no saludables y a aprender a gestionar tus emociones de manera positiva y beneficiosa para tu autoestima.
Una intervención para la obesidad no está completa si no hay una terapia psicológica dentro del plan de tratamiento. Ya que, si sólo se ataca el sobrepeso, la persona pierde kilos y esto es muy motivador y le da al individuo mucha fuerza personal y mejora su autoestima, pero no se ataca la raíz del problema: el papel emocional de la comida y los hábitos no saludables.
Con el pasar de los meses, si no se ha reeducado en hábitos y si no se han ganado habilidades de afrontamiento del estrés y emociones, la personada volverá a poner en marcha los hábitos no saludables. Su relación con la comida no ha cambiado, solo ha bajado de peso. Cuando solo se baja de peso y no se cambia de sistema de vida ni se cambia la relación que se tiene con los alimentos y la conducta de comer, es probable que se vuelva a ganar mucho peso en poco tiempo.
En este sentido, es fundamental entender la obesidad como un problema de salud en el que las variables psicológicas juegan un importante papel. Comprendiendo la obesidad como algo más que sobrepeso se abre la puerta para mejorar la calidad de vida de quienes tienen este problema de salud.
“Un cuerpo sano es un recinto para el alma. Uno enfermo, una prisión”
-Francis Bacon-



Fuente:https://lamenteesmaravillosa.com/obesidad-como-puede-ayudarte-un-psicologo/

martes, enero 9

Es mejor estar solo que mal enamorado

En realidad, nadie sabe si está bien o mal enamorado. El amor se siente con toda su expansión y su ciega certeza, hasta que el sufrimiento se vuelve de pronto en ese compañero cotidiano al que jamás deberíamos acostumbrarnos… Olvidamos que es mejor estar solo que mal enamorado.

Se pueden escribir muchas cosas sobre el amor. Todos conocemos esos famosos manuales, hemos leído más de un libro de autoayuda firmado por eminentes especialistas, por grandes gurús que parecen tener el mejor de los consejos ante cualquier problema emocional.

Ahora bien ¿Entonces, por qué razón seguimos equivocándonos en muchas de nuestras relaciones? La verdad es que nadie es inmune al sufrimiento. Ni siquiera el cerebro, con todos sus conocimientos, lecturas y experiencias tiene sujetas por completo las riendas del corazón.
Nos repiten a menudo aquello de “si te das por entero a esa persona, luego solo podrás volver a amar en pedazos”. No obstante… ¿cómo hemos de ofrecernos a quien amamos si no es con todo nuestro ser, con toda nuestra plenitud, inmensidad y particularidad?

El amor que se siente como verdadero no se ofrece en pedazos, con el esto es mío esto es tuyo. Se ofrece de forma íntegra, plena, porque amamos de modo completo, con sinceridad… y quizá sea ahí, donde aparezca el auténtico riesgo.

En esta vida nada es seguro, andamos sobre un mundo que nunca deja de fluir y de cambiar. Ahí donde las personas, como los sentimientos, también son falibles. Nadie puede acertar de pleno en esto del amor, no obstante, hay algo que siempre deberemos tener claro…

No hay que tenerle miedo a la soledad, no hay que verla como una mala opción. En ocasiones estar solo es la mejor forma de estar en unión con nosotros mismos, es la catarsis a esos malos amores de los que hemos de saber liberarnos, porque a veces, es mejor estar solo que mal enamorados…
Esos malos amores, esos amores ilógicos que nos hacen prisioneros.
Hay amores sabios, amores plenos que nos enriquecen y que hacen nuestra vida más completa y edificante. Son esas relaciones donde ambos miembros respetan sus espacios, donde es posible el crecimiento individual y a su vez, el de la propia pareja.

Puede que más de uno se pregunte… ¿pero existen de verdad este tipo de relaciones? Desde luego. Puede que esa búsqueda te lleve media vida, o puede que tengas a la persona indicada cerca de ti pero aún no la hayas visto. No obstante, todos tenemos nuestro momento, ese que hay que saber ver con el corazón abierto y la mente despierta.

Luego, por qué no decirlo, también están esas personas que a lo largo de su vida han vivido un fracaso tras otro. Es como si en lugar de ir apartando piedras del camino las hubieran almacenado en su mochila, ahí donde también es imposible avanzar, crecer…
¿Qué hace que en ocasiones hayamos de vivir esos amores tan dañinos e ilógicos? La verdad es que hay muchas, muchísimas explicaciones al respecto y aunque todas nos pueden ser conocidas, ello no evita que en más de una ocasión caigamos en ellas.

Porque así es, el amor en ocasiones nos ciega y nos arrastra. No importa lo que nos digan las personas de nuestro alrededor. Nuestra realidad es nuestra y nos dejamos llevar, hasta que llega un momento en que, efectivamente, abrimos los ojos… Veamos ahora a qué se deben estos hechos.

Necesidad de ser reconocidos

De pronto, aparece alguien que reconoce nuestras palabras, que es amable y que se interesa por lo que hacemos, por lo que decimos. Somos de la noche a la mañana ese centro en la vida de otra persona que no somos nosotros, y ello, nos hace sentir bien. Generalmente, las personas con baja autoestima son las que se dejan llevar por relaciones donde se nutre la necesidad de ser reconocidos, a veces, tan destructivas.
Todos tenemos alguna carencia, y el simple hecho de tener a alguien que en un primer momento nos llena esos vacíos y lima nuestras esquinas aliviando nuestros miedos, es algo que reconforta. No obstante, la mayoría de las veces no es más que una falsa ilusión. A largo plazo, estos amores dañinos crean más espacios, más vacíos y más astillas.

Miedo a la soledad

Puede que te sorprenda, pero el enunciado de este artículo no sería aplicable para una gran cantidad de personas. Hay quien no “concibe” eso de estar solo. Hay personas que ven la soledad como un fracaso vital y a su vez, una vergüenza de cara a la propia sociedad.

Y para ello aguantarán y tragarán lo que sea. La relaciones, aunque sean destructivas y vulneren sus derechos como persona, se alzan a su vez como una “zona de confort” mucho más manejable que lo que hay detrás de esa linea de “seguridad” (o destrucción).

Esos viejos estereotipos…

Este aspecto también puede sorprender a más de uno, pero a día de hoy aún hay quien asume esas discutibles ideas de que: “en el amor, si no se sufre no se ama de verdad”, “el amor es ceder para hacer feliz a la otra persona”, “en esta vida es más fuerte el que más aguanta, el que más sufre…”

Deberíamos desterrar muchas de esas ideas etiquetadas por el amor romántico, ahí donde están implícitos esos roles tradicionales de sumisión y dominación, donde quien más ama es quién más celos presenta… Debemos tener cuidado con estos conceptos que siguen aún muy presentes en nuestra sociedad.

Suele decirse que siempre aparece un amor tan fuerte en la vida, que nos destrozará y hará que luego amemos en pedazos. No hay que ser tan dramáticos, une tus trozos de nuevo, uno a uno y sin perder ninguno para amar de nuevo con optimismo empezando siempre por ti mismo.



Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/es-mejor-estar-solo-que-mal-enamorado/