“Yo tenía un perro negro llamado Depresión” es un cortometraje educativo realizado por Organización Mundial
de la Salud que tiene como objetivo ayudarnos a comprender lo que
verdaderamente supone la depresión para las personas que la padece.
No obstante
antes de ver el vídeo debemos destacar que la metáfora de usar la imagen del
perro negro como la depresión se remonta a la expresión que Winston Churchill
utilizó para describir su melancolía. Este poderoso político británico que
combatió al nazismo con fiereza manifestó que con frecuencia se veía atrapado
en la depresión, una bestia que lo acompañó siempre y que lo poseyó durante los
últimos años de su vida.
Un perro cuyos
lúgubres aullidos atormentan la mente de quien los escucha, sometiendo su vida
a la angustia, la pesadez y la apatía.
Cuando la claridad se vuelve dolor y sombra
La depresión
no es una elección ni tampoco un signo de debilidad. No hay nadie que pueda
decidir sobre esta sentencia. No funcionamos de esa manera ni tenemos un botón
que active nuestra capacidad para sentirnos bien o mal.
Así, a todos
puede pasarnos. Un día, de pronto, todo pierde sentido para nosotros. No hay
nada que nos motive, que nos anime o que nos merezca levantarnos de la cama. El
perro negro comienza a hacerse más y más grande, haciéndonos sentir
profundamente tristes e irritables.
Su presencia
nos agota y nos agobia, la angustia nos invade y nos vencen las circunstancias,
alimentando a nuestro perro negro sin fuerzas ni ganas. A veces somos más
conscientes de la presencia del animal pero también existe la posibilidad de
que en cierto momento nos dé un respiro. Eso no significa que haya
desaparecido.
Un perro negro causando insomnio
La
inestabilidad es su especialidad, lo cual contribuye al aislamiento social y
emocional. Cuando te acompaña el perro negro puedes acabar por sentir que no
mereces la compañía de aquellos que tienes al lado o que no eres capaz de darle
a nadie lo que necesita.
Es habitual
comenzar a ver al perro negro al tiempo de haber tenido que lidiar con una
pérdida emocional, con un cambio vital importante o, simplemente, un día
cualquiera como consecuencia de “la gota que colmó el vaso”.
Habrá momentos
en los que el perro negro esté más pesado y otros en los que esté más
revoltoso, pero tener la certidumbre de que permanece a nuestro lado es
asfixiante. Por eso es importante que acudamos a un profesional de la salud
mental, psicólogo o psiquiatra, pues ellos pueden ayudarnos a darle coherencia
emocional a la existencia y el acecho de este perro negro.
Existen tantos perros negros como personas, por lo que ninguno de nosotros está libre de peligro. Así, si no
conocemos la depresión en primera persona, debemos tener cuidado de juzgar y
hacer comentarios hirientes y críticos a las personas que lo padecen.
Personas con perro negro
“Estás así porque quieres”, “Anda, levántate y haz
algo con tu vida”, “Eres un flojo o una floja”, “Tienes una edad para andar con
infantilismos”, “No llores, no es para tanto”, “Eres un cobarde”, “Enfréntate a
la vida de una vez y déjate de tonterías”…
Si alimentamos
este estigma, estamos alimentando la idea de que hemos elegido sufrir. No
incendiemos nuestra mente de un diálogo interno que desmerece y menosprecia
nuestras emociones y problemas. El perro
negro existe y da sombra a millones de personas en el mundo. Comprendamos
y ofrezcamos ayuda.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/yo-tenia-un-perro-negro-el-corto-que-nos-ayuda-a-comprender-la-depresion/