Piensa positivo, las emociones negativas provocan enfermedades...
Todos los seres humanos tenemos
la experiencia de lo que son los pensamientos negativos, sobre todo tenemos el
registro consciente del estado emocional que nos produce. Es importante
recordar que nuestros pensamientos desencadenan estados emocionales, por lo que
el tipo de pensamientos que tengamos es fundamental para activar determinados
estados emocionales.
El miedo, la tristeza, la ira y
el asco son estados emocionales que, cuando son intensos y habituales, afectan
negativamente nuestra calidad de vida. Por lógica, las emociones negativas son
uno de los principales factores de riesgo para desarrollar no sólo enfermedades
físicas sino también mentales.
Las emociones son reacciones
psicofisiológicas de las personas cuando enfrentan situaciones que tienen
importancia para su estabilidad psicológica, por ejemplo: el peligro, la
amenaza, el daño, la pérdida afectiva, el éxito, etc. Estas son reacciones que
producen cambios en la experiencia afectiva, la actividad fisiológica del
organismo y en la actitud.
Psicológicamente emociones como
la alegría, el miedo o la ira son emociones básicas que se dan en todos los
individuos de las más variadas culturas. Son esencialmente agradables o
desagradables y forman parte de la manera en que se expresa nuestra actitud y
conducta con los demás.
El miedo, la ansiedad, la ira, la
tristeza, la depresión, son reacciones emocionales básicas que van acompañadas
de una experiencia afectiva desagradable o negativa, con una elevada activación
de la fisiología del organismo. De acuerdo a la frecuencia e intensidad, como
al significado que le otorguemos a la experiencia emocional pueden
transformarse en trastornos de salud tanto mental como físico (problemas
cardiovasculares, reumatológicos, inmunológicos, etc.).
Sin embargo, la ansiedad excesiva
o clínica actúa interfiriendo el rendimiento en todos los ámbitos del ser
humano y se convierte en clínica en los siguientes casos:
Cuando el estímulo presentado es
inofensivo y conlleva una compleja respuesta de alerta.
Cuando la ansiedad persiste en el
tiempo, superando lo meramente adaptativo, y los niveles de alerta
persisten.
Cuando los niveles de alerta y la
ansiedad interrumpen el rendimiento del individuo y las relaciones
sociales.
Una conducta “cargada”
emocionalmente se realiza de forma más vigorosa, de manera que la emoción tiene
la función adaptativa de facilitar la ejecución eficaz de la conducta necesaria
en cada exigencia.
Por ejemplo: la ira favorece que
tengamos reacciones defensivas, la alegría favorece la atracción interpersonal,
la sorpresa la atención ante estímulos novedosos, etc.
Otro hecho bastante común es que
la ansiedad está muy relacionada con la depresión. Los síntomas de tensión
propios de la ansiedad tienen un impacto directo de interferir en la capacidad
de disfrutar que la persona experimentaba antes en las actividades agradables.
Dependiendo de la frecuencia en
intensidad de estos sentimientos podrían transformarse en una depresión
clínica. Todo ello resulta coherente con la idea bastante aceptada en la
actualidad de que el estrés tiene un importante papel en la génesis de la depresión.
Cuando la frecuencia, intensidad
o duración de la ansiedad como respuesta emocional es excesiva puede dar lugar
a la aparición de afectaciones a la calidad de vida. En estos casos hablamos de
ansiedad patológica o de un trastorno de ansiedad.
Es una realidad contundente hoy
en día en nuestra sociedad es habitual decir que se tiene ansiedad o estoy
ansioso. Lo que poco se sabe es que la ansiedad como síntoma aparece
relacionada con la mayoría de trastornos afectivos, psicóticos.
En cuanto a la ira, sabemos que
es considerada una emoción negativa por la mayoría de las personas. Así, en
primer lugar, la ira puede verse como negativa debido a las circunstancias que
favorecen el surgimiento de la emoción, ya que suele ser evocada por
acontecimientos desagradables.
La ira está ampliamente
reconocida como problema de salud mental significativo. A diferencia de lo que
ocurre con la ansiedad y la depresión, la ira persistente todavía no está
reconocida como una categoría diagnóstica en ninguna clasificación psiquiátrica
oficial (véase DSM-IV-TR, 2000 o CIE-10, 1992).
Además, la ira persistente tiene
ramificaciones psicológicas, conductuales e incluso médicas significativas, ya
que causa sufrimiento emocional significativo tanto en la persona que experimenta
la emoción como en las personas implicadas.
Finalmente, la ira a menudo es un
componente de otros trastornos emocionales, como los de ansiedad y los
afectivos.
La Salud física
En la actualidad para la gran
mayoría de personas es aceptado que existe una relación entre los factores
psicológicos y las enfermedades médicas. Nuestros estados psicológicos o
emocionales, las características personales y los modos de enfrentar estas
situaciones han demostrado ser de especial relevancia en este sentido (Oblitas,
2004).
Esta afirmación es coherente con
la evidencia científica actual que indica que cualquier trastorno denominado
físico u orgánico suele implicar igualmente, y a distintos niveles,
alteraciones psicológicas, y viceversa (Oblitas & Becoña, 2000). Entre
estos factores psicológicos se encuentran el miedo, la tristeza y la ira como
reacciones emocionales negativas, y sus diferentes formas clínicas: la
ansiedad, la depresión y la ira persistente.
Hoy en día hay datos suficientes
para afirmar que las emociones negativas tienen un efecto negativo sobre la
salud (Kiecolt-Glaser, 2009; Sandín, 2002; Sirois & Burg, 2003). Así,
algunos autores afirman que las emociones positivas potencian la salud,
mientras que las emociones negativas tienden a disminuirla (Fernández-Abascal
& Palmero, 1999). Por ejemplo, en periodos de estrés en los que tenemos que
responder a una serie de compromisos personales, laborales, afectivos,
desarrollamos reacciones emocionales negativas.
Tristeza, ira y depresión pueden
conducir a la persona a desarrollar un problema de salud como las adicciones.
El estrés y los factores emocionales están implicados en desarrollar
enfermedades gástricas. También existe una relación entre el estrés emocional y
el incremento de los procesos inflamatorios en el cuerpo (sobre todo músculo
esquelético).
Como podrán apreciar el tema es
amplio y con investigaciones que se están aún realizando. Pero los seres
humanos sabemos que somos seres biopsicosociales y de ahí su intrínseca
relación del cuerpo y la psique.
Fuente: http://fitness.com.mx/medicina229.htm